viernes, 17 de mayo de 2024
Entrevista en Radio Vallekas y Radio Almaina por "Mecanismos gélidos. Literatura, arte, historia y viajes italianos"
jueves, 16 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a Eduardo Álvarez Tuñón
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eduardo Álvarez Tuñón.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Sin duda mi biblioteca.
Viviría allí aún pudiendo salir.
¿Prefiere
los animales a la gente? Prefiero la gente. Disfrute la
devoción de los perros, para utilizar la expresión de Borges. Pero prefiero el
diálogo. Prefiero la gente.
¿Es
usted cruel? No soy cruel. Y si lo fui, no lo advertí.
¿Tiene
muchos amigos? Tengo los amigos necesarios. Bastantes.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos? La cualidad que prefiero de
los amigos es la comprensión.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos? Mis amigos no suelen decepcionarme.
¿Es
usted una persona sincera? Creo ser sincero. A veces me
cuesta.
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre? Prefiero ocupar mi tiempo
libre leyendo y escribiendo.
¿Qué le
da más miedo? Lo que me da más miedo es envejecer.
¿Qué le
escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me
escandaliza la estupidez.
Si no
hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera querido ser actor de teatro.
¿Practica
algún tipo de ejercicio físico? No practico ningún ejercicio
físico.
¿Sabe
cocinar? No sé cocinar. Hago asados como todo argentino.
Si el Reader’s
Digest
le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable»,
¿a quién elegiría? Elegiría a mi Tía Tita, maestra de escuela
pública , que me inició en la pasión por la lectura.
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? ¿No
debería ser la palabra esperanza?
¿Y la
más peligrosa? La palabra más peligrosa es olvido.
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien? Jamás he querido matar a
alguien.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas? Mi tendencia política…. Creo
ser un social demócrata progresista.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Si no
fuera una persona me gustaría ser un río, por ejemplo el Sena.
¿Cuáles
son sus vicios principales? Mi vicio principal es la
postergación.
¿Y sus
virtudes? Mi virtud, me parece, es la generosidad. Al
menos eso dicen. Me cuesta pensar en una virtud.
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían
por la cabeza?
T. M.
miércoles, 15 de mayo de 2024
En busca del espía perfecto: el invisible
Según algunas investigaciones, alrededor del 40-60% de los diplomáticos de las embajadas soviéticas eran realmente agentes cuyo cargo constituía una mera tapadera. Y de eso diríamos que va “Top Secret”, de tantos y tantos espías que actuaron para unos servicios de inteligencia que, “en ocasiones, llegan a controlar y suplantar al poder soberano, supuestamente elegido por la voluntad popular”, dice el autor, que apunta interesantes reflexiones sobre el modo en que puede desenvolverse la inteligencia secreta en nuestro siglo. Pero, sobre todo, el libro constituirá una jugosa manera de conocer por extenso los casos más conocidos del espionaje y, a la vez, descubrir un sinfín de historias curiosas de otros espías mucho menos conocidos.
Ambiente de psicosis
Martínez Laínez empieza hablando de cómo en toda Alemania, en el periodo de la Gran Guerra, “un temor desenfrenado a los espías produjo efectos cómicos, pero también muy graves. (…) La desconfianza entre la población civil y los ejércitos era general. Se fusilaba por una conversación o una luz sospechosa, y se veían espías por todas partes”. Por otro lado, en Gran Bretaña, «la histeria alcanzó niveles nunca vistos al declararse la guerra, con la aparición espontánea de los llamados “cazadores de espías”», creándose así todo un ambiente de psicosis, lo cual se repitió en el curso de la Segunda Guerra Mundial. De este modo, “en este escenario de odio al espía, falsas denuncias y nacionalismo exacerbado surgió el nombre de una espía mítica, Mata Hari, fusilada en los fosos del castillo de Vincennes”. Tan mítica, por cierto, como mediocre, al decir del estudioso, el cual sigue la trayectoria de esta “mala agente secreta”, de vida desgraciada y obsesionada con acostarse con soldados de diferente nacionalidad y presumir de ello públicamente.
Mucho menos célebre es Elsbeth Schragmüller, a la que los franceses apodaron Mademoiselle Docteur o Fraülein Doktor, una buena espía, pues “se encargó de mantener ocultas su verdadera personalidad y sus acciones de guerra” para el gobierno belga; en cualquier caso, su biografía tuvo tanto de rumores fantásticos, que en Francia se la acabó recordando “como un símbolo de erotismo insaciable, lo cual parece ser a todas luces falso”. También hay que destacar a Sidney George Reilly, de ascendencia rusa, agente secreto de la Sección Especial de Scotland Yard y del Secret Intelligence Service y que participó en el golpe frustrado contra el Gobierno bolchevique en 1918. O a una mujer cuya actividad de espionaje ignoró la inteligencia de Estados Unidos dos décadas y que usaba Fidel Castro para obtener información en la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono: Ana Belén Montes, que fue capturada por el FBI.
El libro sigue el rastro de muchos otros personajes: Cicerón, “el espía albanés”, “el traidor finlandés y el superespía Abel” o J. J. Angleton, el «poeta» de la CIA, hasta llegar al caso actual más famoso en el capítulo “Snowden, el espía que espió al Gran Hermano”. Este espía de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante siete años, precoz ingeniero de sistemas, vive en la actualidad, y de manera anónima, en Moscú, donde pasea por las calles moscovitas intentando burlar las cámaras de vigilancia. Una situación, dice Martínez Laínez, que representa “el destino final de cualquier espía famoso cuando, sabiéndose perseguido, las luces del circo del espionaje se apagan y debe seguir viviendo con su mejor defensa: el anonimato perpetuo, la invisibilidad como ser humano, sin nada que lo distinga del resto de la gente que pasa por la calle. El verdadero espía perfecto”.
Publicado en La Razón, 20-IV-2024
martes, 14 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a José Luis González
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Luis González.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Tal vez un ataúd, por
ir adelantando.
¿Prefiere los animales a la gente? Me gustan ambos. Los mordiscos de los animales no tienen malicia y el
amor de las personas no tiene igual.
¿Es usted cruel? Sólo
en mi imaginación.
¿Tiene muchos amigos? Los suficientes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco nada. Ninguna de mis amistades se formó a partir de una búsqueda,
sino de un encuentro.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No me decepcionan, probablemente porque no espero nada de ellos. Decepciona
lo que resulta diferente de las propias expectativas, pero como he dicho, yo no
busco nada en el amigo, solo el placer del encuentro, en todos los sentidos.
¿Es usted una persona sincera? Digo mentiras piadosas. Por lo demás, vivo con sinceridad, más allá de
tales o cuáles palabras. Nunca he engañado a nadie, que recuerde.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta estar con mi familia, leer, escribir, disfrutar de la música,
tocar la guitarra, ver cine, caminar, llamar por teléfono o por correo electrónico
a la gente que tengo lejos.
¿Qué le da más miedo? Convertirme en lo que no soy ni quiero ser, como el protagonista de El verdugo, de Berlanga, que acabó ejecutando “a garrote” a un hombre por un cúmulo
de circunstancias que lo llevó a ese punto. (Él no quería, pero lo hizo).
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Los hombres que abusan de los
niños y los separan de la ingenuidad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Algo
con las manos, trabajar la madera, como mi abuelo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Por
temporadas.
¿Sabe cocinar? Sí.
Cocino menos ahora, por horarios, pero sé hacerlo, y no lo hago mal. He
aprendido mucho desde los tiempos de estudiante, en que para hacer leche frita,
puse aceite en la sartén y luego añadí la leche.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Serían dos: Hellen Keller y Ann Sullivan. La relación tan intensa entre
la maestra que busca que la hiña Hellen, sordo-ciega, logre comunicarse con el
mundo, enseñarle un lenguaje de sordos táctil, con los dedos en los suyos, me
parece asombroso. Todavía me conmueve el sólo leer el título del artículo que,
años después de esa proeza, publicó Hellen Keller: “Elogio de las manos”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? “Educación”. Con ella dotamos
de palabras a la esperanza.
¿Y la más peligrosa? “Esperanza” en manos de un demagogo. No en vano los griegos la
consideraban un mal que convivía con los demás en la caja de Pandora, porque puede
ser un engaño.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la libertad, en la búsqueda de la justicia, en que las leyes se
acerquen cada vez más a esa justicia, en el amparo social de los que lo
necesitan y en la capacidad y voluntad del Estado de ayudar a los ciudadanos
para desarrollarse personalmente (educación) y socialmente (educación).
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Pianista de Jazz.
¿Cuáles son sus vicios principales? Soy demasiado
confiado.
¿Y sus virtudes? No sé. Creo que la
franqueza.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No sé cuál es el esquema clásico. Supongo que querría, o respirar ya, o
morirme ya.
T. M.
lunes, 13 de mayo de 2024
Club de Lectura sobre "La transformación", de Franz Kafka, mañana en la librería Nollegiu del Clot o vía Zoom
domingo, 12 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a Julio Llorente
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Julio Llorente.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Cualquiera en el que
estuviese María.
¿Prefiere los animales a la gente? Sólo la gente puede hacerse esta pregunta.
¿Es usted cruel? Tengo
muy claro que no debo serlo. Intento no serlo. Pero, como todo hijo de vecino,
desciendo de Adán y peco en consecuencia. Siempre existe una desproporción
entre lo que debemos hacer y lo que, de hecho, hacemos.
¿Tiene muchos amigos? Más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Supongo que la nobleza de espíritu. Aunque recuerdo ahora los versos de
Mesanza: «Si tuvieras al justo de enemigo, / sería la justicia mi enemiga»…
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Pla ideó una teoría, la de la propina, que es un gran antídoto contra la
decepción. Consiste en esperar lo malo y no lo bueno, la desgracia y no el prodigio,
la traición y no la lealtad. Si finalmente lo que ocurre es lo bueno, nos
embriagará una doble alegría porque habrá ocurrido lo bueno y también lo
inesperado. ¡Propina! Si, en cambio, lo que adviene es la desgracia, no pasa
nada: los acontecimientos sólo están siguiendo su curso lógico.
¿Es usted una persona sincera? Si
respondiese que no, este cuestionario devendría estéril. Por lo tanto, respondo
que sí y le lanzo un guiño al lector.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En general, prefiero no ocuparlo demasiado y que siga siendo libre. Si
no, María, amigos, lectura y fútbol, por ese orden.
¿Qué le da más miedo? Perder la felicidad de la que ahora gozo. «Pues en el mismo templo del
Placer, con su velo tiene su soberano numen Melancolía», que diría Keats.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Los escandalizadores. Si lo único que te mueve ―como
artista, como filósofo, como hombre― es provocar escándalo, mejor quédate
quieto.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Cultivar
un huerto es una buena manera de cultivar la propia alma.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Juego
mucho al fútbol, lo cual en mi caso es casi un deber de piedad.
¿Sabe cocinar? Junto
ingredientes con poca gracia y menos acierto… Podría sobrevivir con mi cocina,
pero vivir, lo que se dice vivir…
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Chesterton, sin
duda.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Es un nombre propio. Cristo.
¿Y la más peligrosa? Poder.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? ¿Debo ser sincero…?
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mis amigos más liberales «en lo económico» me acusan de socialista,
aunque soy distributista. Mis amigos más más liberales «en lo social» me acusan
de reaccionario, aunque apenas soy un conservador (no de lo reciente, sino de lo
de siempre). A mí me parece que basta con decir que soy católico. Lo demás se
da por añadidura.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Jardinero.
¿Cuáles son sus vicios principales? Soy perezoso y tengo
mi punto irascible. Quizá lo peor sea la vanidad, la mendicante vanidad…
¿Y sus virtudes? La
virtud no puede ser jactanciosa.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me imagino un gran banquete, con vino y risas.
T. M.
miércoles, 8 de mayo de 2024
Publicación de "Mecanismos gélidos: literatura, arte, historia y viajes italianos" (editorial Alfar)
Se publica en la editorial Alfar, donde tuve la oportunidad de que viera la luz mi libro El realismo ficticio. Con lecturas de narradores españoles e hispanoamericanos (2021), Mecanismos gélidos. Literatura, arte, historia y viajes italianos, del que reproduzco su texto de contracubierta:
Clásicos fundacionales de la literatura europea como Dante y Petrarca, y figuras de continua actualidad y fama infinita como Leonardo da Vinci o Casanova, cobran una palpitante presencia en esta reunión de artículos de literatura italiana que alcanza el siglo XXI. En ella se abordan los suicidios de Pavese y Salgari y se camina por las tres ciudades más visitadas del país: Venecia, Roma y Florencia, más la Trieste de Svevo y Magris. Además, se asoma la vida isleña siciliana y el viejo aserto de Lampedusa, más la inevitable mafia y las ramificaciones italianas en Nueva York. Y no faltarán las miradas de maestros en el arte de leer como Italo Calvino o Roberto Calasso, más la política fascista en torno a Mussolini y su relación con la literatura o con los estragos humanos que sufrieron autores como Primo Levi.
martes, 7 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a José Membrive
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Membrive.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casa en un bosque.
¿Prefiere los animales a
la gente? En general, sí, prefiero a los
animales.
¿Es usted cruel? No, en
absoluto.
¿Tiene muchos amigos? No, sí
muchos conocidos.
¿Qué cualidades busca en
sus amigos? Transparencia.
¿Suelen decepcionarle
sus amigos? No, porque tampoco suelo proyectar muchas
expectativas.
¿Es usted una persona
sincera? Cuando escribo.
¿Cómo prefiere ocupar su
tiempo libre? Tranquilo, escribiendo, meditando.
¿Qué le da más miedo? La incertidumbre.
¿Qué le escandaliza, si
es que hay algo que le escandalice? La forma mafiosa de
gobernar el mundo.
Si no hubiera decidido
ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Tal vez agricultor.
¿Practica algún tipo de
ejercicio físico? Sí, el
paseo-meditación.
¿Sabe cocinar? Lo
justo.
Si el Reader’s
Digest
le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable»,
¿a quién elegiría? Tal vez a Jesús de Nazaret.
¿Cuál es, en cualquier
idioma, la palabra más llena de esperanza? Luz.
¿Y la más peligrosa? Dolor.
¿Alguna vez ha querido
matar a alguien? No.
¿Cuáles son sus
tendencias políticas? Las que abogan por la rehumanización
de las personas y del mundo.
Si pudiera ser otra
cosa, ¿qué le gustaría ser? Astronauta.
¿Cuáles son sus vicios
principales? La soledad.
¿Y sus virtudes? La soledad.
Imagine que se está
ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Como siempre me gusta ver el lado positivo, percibiré, que
al menos, no pasaré sed en la transición.
T. M.
lunes, 6 de mayo de 2024
Un artículo viajero sobre Londres en "El País"
Ayer se publicó en El Viajero, del periódico El País, mi artículo "Ruta por el Londres más extravagante: de un museo con calaveras en un bar a la hora del té más lujosa". Está nutridamente ilustrado, como se verá, pero aquí dejo varias imágenes mías, de dentro o vistas desde el hotel Marriott que tuve el inmenso placer de conocer.
domingo, 5 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a Peru Cámara
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Peru Cámara.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Narnia, pero con mi familia dentro.
¿Prefiere los animales a la gente? Rotundamente
no.
¿Es usted cruel? Creo que no. Espero.
¿Tiene muchos amigos? Cada vez
menos, cada vez mejores.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? ¿Qué me
quieran un poquito? ¿Lealtad? ¿Qué se acuerden de mí?
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si lo hacen, está
bien, no pasa nada.
¿Es usted una persona sincera? Con los
que me importan, sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Ver, leer, deporte,
birras, música, amigos, familia… y no por ese orden.
¿Qué le da más miedo? Tener
miedo. La ansiedad que produce la anticipación ante la incertidumbre.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La más que generalizada falta de asunción de
responsabilidades.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Profe.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Echo mucho
de menos el boxeo: era malísimo, pero me lo pasaba pipa.
¿Sabe cocinar? Bastante bien.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A la mia mamma.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Joder.
¿Y la más peligrosa? Money.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Noooooo… espera,
bueno, mmm… estoooo…
¿Cuáles son sus tendencias políticas? La política me
interesa mucho: leo, escucho, me informo… pero me niego a hablar de ello en
público. Hemos eliminado cualquier posibilidad de debate político constructivo.
Ya no existen los grises, ahora solo vale pisarle el cuello al que no piensa
como tú. Paso.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Algo en
movimiento y con diferentes usos.
¿Cuáles son sus vicios principales? Los besos con sabor
a café y la cerveza.
¿Y sus virtudes? Creo que soy buena
persona y tengo una imaginación desbordante.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Coge fotogramas de
películas de Eloy de la Iglesia + Fernando León de Aranoa + Danny Boyle + Larry
Clark + Michael Bay + Almódovar + David Fincher + Hayao Miyazaki, batir bien y
a ver qué sale.
T. M.
sábado, 4 de mayo de 2024
Reseña de "La letra herida" en "Ideal"
viernes, 3 de mayo de 2024
Entrevista capotiana a Adolfo Crespo
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Adolfo Crespo.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Rilke decía que en la infancia
está todo. Yo viviría en la casa de la sierra de Aracena de la familia de mi
madre, cuando tenía alrededor de diez años. Las campanas del Ángelus sonando en
el convento de al lado, la familia desperdigada por las habitaciones, la
candela con castañas, y mi tío Pepe hablando de Cervantes, Manuel Machado, o
Juan Ramón.
¿Prefiere los animales a la gente? Mi animal
preferido es el humano, pero supongo que estoy sesgado.
¿Es usted cruel? No más de lo
necesario con el mundo, por supervivencia, como la naturaleza. Pero sí conmigo
mismo.
¿Tiene muchos amigos? Conozco a mucha
gente, pero amigos tengo cada día menos, y son los de siempre.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Una amistad, al
igual que una relación de pareja, se fundamenta en el respeto y la admiración.
Aquello que se admira es diferente en cada amigo. Ser querido y respetado por alguien
a quien se admira, cuando este conoce nuestras bondades y miserias, fundamenta
una amistad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Al contrario, los
admiro profundamente.
¿Es usted una persona sincera? Sí, más
por incapacidad de ocultar o por sentido de justicia, que por vocación de verdad
en muchos casos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? El tiempo libre es
mentira. La vocación y la dedicación no tienen vacaciones, si acaso, es
necesario descansar, pero eso es necesidad.
¿Qué le da más miedo? Dejar de
leer, perder la vocación, no tener criterio, volverme completamente loco…
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La falta de bondad, el desprecio a la naturaleza, el
hombre imponiendo su voluntad a la realidad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente sería ingeniero.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hago
ejercicio y juego al tenis cuando puedo. Lo primero por necesidad, lo segundo
por elección.
¿Sabe cocinar? Cuando uno vive tantos años solo aprende,
por no ser rehén de los precocinados, luego pasa a ser un refugio y un placer.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Luis Rosales.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Encarnación.
¿Y la más peligrosa? Libertad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A algún insecto,
pero en defensa propia.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la
democracia de los muertos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Realmente
no sabemos qué es ser otra cosa, así que el cambio podría ser a peor. Pero
elijo a cualquier hombre naturalmente paciente.
¿Cuáles son sus vicios principales? Ya dijo Cervantes que casi todos los que
escriben pecan de vanidad: «no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí
que es el mayor poeta del mundo». Acercarse a una página en blanco y creer que
las ideas, emociones, o desvelos de uno merecen ser contados, implica en mayor
o menor medida vanidad, pero debe ser necesidad.
¿Y sus virtudes? La constancia y la exigencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Que DiCaprio cabía en el trozo de madera en el que sobrevive Kate Winslet
en Titanic, y que yo no tengo ese trozo, morir ahogado es de ser poco previsor.
T. M.