viernes, 17 de mayo de 2024

Entrevista en Radio Vallekas y Radio Almaina por "Mecanismos gélidos. Literatura, arte, historia y viajes italianos"

             

Aquí está la entrevista que me ha hecho Carlos Castrosín en Radio Vallekas, y que también se puede escuchar en Radio Almaina, para su programa Por qué estoy tan triste teniéndolo todo. El motivo fue mi libro Mecanismos gélidos. Literatura, arte, historia y viajes italianos, que acaba de ver la luz este mes. Qué grato siempre aparecer en el programa de este lector mío, que tan bien trata mis libros, uno tras otro.

jueves, 16 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a Eduardo Álvarez Tuñón

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eduardo Álvarez Tuñón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Sin duda mi biblioteca. Viviría allí aún pudiendo salir.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero la gente. Disfrute la devoción de los perros, para utilizar la expresión de Borges. Pero prefiero el diálogo. Prefiero la gente.

¿Es usted cruel? No soy cruel. Y si lo fui, no lo advertí.

¿Tiene muchos amigos? Tengo los amigos  necesarios. Bastantes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La cualidad que prefiero de los amigos es la comprensión.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Mis amigos no suelen decepcionarme.

¿Es usted una persona sincera? Creo ser sincero. A veces me cuesta.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Prefiero ocupar mi tiempo libre leyendo y escribiendo.

¿Qué le da más miedo? Lo que me da más miedo es envejecer.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza la estupidez.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Hubiera querido ser actor de teatro.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No practico ningún ejercicio físico.

¿Sabe cocinar? No sé cocinar. Hago asados como todo argentino.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Elegiría a mi Tía Tita, maestra de escuela pública , que me inició en la pasión por la lectura.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? ¿No debería ser la palabra esperanza?

¿Y la más peligrosa? La palabra más peligrosa es olvido.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Jamás he querido matar a alguien.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mi tendencia política…. Creo ser un social demócrata progresista.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Si no fuera una persona me gustaría ser un río, por ejemplo el Sena.

¿Cuáles son sus vicios principales? Mi vicio principal es la postergación.

¿Y sus virtudes? Mi virtud, me parece, es la generosidad. Al menos eso dicen. Me cuesta pensar en una virtud.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Si me estoy ahogando creo que la imagen que me pasaría por la cabeza sería la de mi hija.

T. M.

miércoles, 15 de mayo de 2024

En busca del espía perfecto: el invisible

En vida, decía John Le Carré que le gustaba la idea de ser enterrado con su obra “El sastre de Panamá”, tal era la estima que sentía por ella. Contaba cómo un prestigioso sastre inglés residente en el país centroamericano es elegido como agente para el Servicio de espionaje británico, y ve el país como un avispero de droga, blanqueo de dinero y corrupción, de periodistas y políticos que manipulan sin rubor la realidad según sus conveniencias. Era la forma de de satirizar el espionaje moderno, que consideraba una simple caricatura del más auténtico y novelesco, más arriesgado y trascendente, el de la época de la Guerra Fría que él conoció de primera mano. Le Carré fue oficial del servicio de inteligencia inglesa y extranjera, y firmó libros como “Un espía perfecto”, “El espía que surgió del frío” o “El espejo de los espías”, demostrando que el Reino Unido y el espionaje van tradicionalmente asociados.

Junto al contexto británico, asimismo habría que destacar el ruso; así, toda la verdad del mar de asesinatos, traiciones y estratagemas que el gigante país euroasiático orquestó o sufrió en el siglo XX apareció en un libro sobre los espías soviéticos de Jonathan Haslam, “Vecinos cercanos y distantes”. En él se podía hallar un gran cantidad agentes que traicionaron al régimen, desertores incluidos, que pertenecieron a órganos como KGB, GPU, OGPU, NKVD, GRU y MGB, más el Cuarto Departamento y la Checa, fundados por los bolcheviques. El vecino «cercano» sería el civil KGB (Comité para la Seguridad del Estado), el vecino «distante» sería el militar GRU (Departamento Central de Inteligencia). Y alrededor, aquellos que espiaban y contraespiaban, que vivían una doble vida en que la información constituía un tesoro con el que lograr sacar ventajas del enemigo y adelantarse a los acontecimientos.

Hasta el momento de la publicación de “Vecinos…” (edición española de 2016) no existía ningún libro que acogiera todas las ramas del espionaje soviético: la KGB y el GRU, el espionaje humano y el espionaje de las comunicaciones, así como las operaciones de espionaje y contraespionaje en el extranjero. Se cubría entonces ese vacío con un pormenorizado estudio que aspiraba a mostrar el espionaje soviético en todas sus vertientes y a proporcionar al lector la forma en que se libró una guerra soterrada entre el Este y Occidente. Pues bien, a ello se añade ahora un trabajo realmente estupendo de Fernando Martínez Laínez “Top Secret. Un siglo de espías: de Mata Hari a Snowden”.

El espionaje soberano

En sus páginas, por supuesto, tiene una relevancia absoluta el ámbito inglés y ruso, con personajes tan conocidos como Kim Philby, un británico convencional con idealismo comunista, un oficial de la NKVD, la agencia de inteligencia de Stalin, que estropearía cada operación de espionaje que el Reino Unido y Estados Unidos (desde la CIA) intentaban urdir, pues todos los secretos le eran revelados al KGB. Philby obedecía a rajatabla a sus superiores soviéticos, pese a que tal situación le deparase un pánico atroz ante la posibilidad de lo que descubrieran. Si ocurría tal cosa, era hombre muerto, claro está. Por otra parte, Martínez Laínez –que además de novelista, experto en política internacional, en especial de Europa del Este y la antigua URSS, es presidente y cofundador del Club Le Carré– estructura su libro en torno a cuatro grandes etapas, las que coinciden con las dos guerras mundiales, el periodo de entreguerras y la Guerra Fría. Con ello se va entendiendo cómo, por ejemplo, el espionaje secreto en Moscú entró en declive con el desmoronamiento de la Unión Soviética, donde ya se empezó a ver espionaje como parte de un viejo sistema al que no cabía dotar de tanto presupuesto como antaño.

Según algunas investigaciones, alrededor del 40-60% de los diplomáticos de las embajadas soviéticas eran realmente agentes cuyo cargo constituía una mera tapadera. Y de eso diríamos que va “Top Secret”, de tantos y tantos espías que actuaron para unos servicios de inteligencia que, “en ocasiones, llegan a controlar y suplantar al poder soberano, supuestamente elegido por la voluntad popular”, dice el autor, que apunta interesantes reflexiones sobre el modo en que puede desenvolverse la inteligencia secreta en nuestro siglo. Pero, sobre todo, el libro constituirá una jugosa manera de conocer por extenso los casos más conocidos del espionaje y, a la vez, descubrir un sinfín de historias curiosas de otros espías mucho menos conocidos.

Ambiente de psicosis

Martínez Laínez empieza hablando de cómo en toda Alemania, en el periodo de la Gran Guerra, “un temor desenfrenado a los espías produjo efectos cómicos, pero también muy graves. (…) La desconfianza entre la población civil y los ejércitos era general. Se fusilaba por una conversación o una luz sospechosa, y se veían espías por todas partes”. Por otro lado, en Gran Bretaña, «la histeria alcanzó niveles nunca vistos al declararse la guerra, con la aparición espontánea de los llamados “cazadores de espías”», creándose así todo un ambiente de psicosis, lo cual se repitió en el curso de la Segunda Guerra Mundial. De este modo, “en este escenario de odio al espía, falsas denuncias y nacionalismo exacerbado surgió el nombre de una espía mítica, Mata Hari, fusilada en los fosos del castillo de Vincennes”. Tan mítica, por cierto, como mediocre, al decir del estudioso, el cual sigue la trayectoria de esta “mala agente secreta”, de vida desgraciada y obsesionada con acostarse con soldados de diferente nacionalidad y presumir de ello públicamente.

Mucho menos célebre es Elsbeth Schragmüller, a la que los franceses apodaron Mademoiselle Docteur o Fraülein Doktor, una buena espía, pues “se encargó de mantener ocultas su verdadera personalidad y sus acciones de guerra” para el gobierno belga; en cualquier caso, su biografía tuvo tanto de rumores fantásticos, que en Francia se la acabó recordando “como un símbolo de erotismo insaciable, lo cual parece ser a todas luces falso”. También hay que destacar a Sidney George Reilly, de ascendencia rusa, agente secreto de la Sección Especial de Scotland Yard y del Secret Intelligence Service y que participó en el golpe frustrado contra el Gobierno bolchevique en 1918. O a una mujer cuya actividad de espionaje ignoró la inteligencia de Estados Unidos dos décadas y que usaba Fidel Castro para obtener información en la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono: Ana Belén Montes, que fue capturada por el FBI.

El libro sigue el rastro de muchos otros personajes: Cicerón, “el espía albanés”, “el traidor finlandés y el superespía Abel” o  J. J. Angleton, el «poeta» de la CIA, hasta llegar al caso actual más famoso en el capítulo “Snowden, el espía que espió al Gran Hermano”. Este espía de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante siete años, precoz ingeniero de sistemas, vive en la actualidad, y de manera anónima, en Moscú, donde pasea por las calles moscovitas intentando burlar las cámaras de vigilancia. Una situación, dice Martínez Laínez, que representa “el destino final de cualquier espía famoso cuando, sabiéndose perseguido, las luces del circo del espionaje se apagan y debe seguir viviendo con su mejor defensa: el anonimato perpetuo, la invisibilidad como ser humano, sin nada que lo distinga del resto de la gente que pasa por la calle. El verdadero espía perfecto”.

Publicado en La Razón, 20-IV-2024

martes, 14 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a José Luis González

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Luis González.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Tal vez un ataúd, por ir adelantando.

¿Prefiere los animales a la gente? Me gustan ambos. Los mordiscos de los animales no tienen malicia y el amor de las personas no tiene igual.

¿Es usted cruel? Sólo en mi imaginación.

¿Tiene muchos amigos? Los suficientes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco nada. Ninguna de mis amistades se formó a partir de una búsqueda, sino de un encuentro.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No me decepcionan, probablemente porque no espero nada de ellos. Decepciona lo que resulta diferente de las propias expectativas, pero como he dicho, yo no busco nada en el amigo, solo el placer del encuentro, en todos los sentidos.

¿Es usted una persona sincera? Digo mentiras piadosas. Por lo demás, vivo con sinceridad, más allá de tales o cuáles palabras. Nunca he engañado a nadie, que recuerde.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta estar con mi familia, leer, escribir, disfrutar de la música, tocar la guitarra, ver cine, caminar, llamar por teléfono o por correo electrónico a la gente que tengo lejos.

¿Qué le da más miedo? Convertirme en lo que no soy ni quiero ser, como el protagonista de El verdugo, de Berlanga, que acabó ejecutando “a garrote” a un hombre por un cúmulo de circunstancias que lo llevó a ese punto. (Él no quería, pero lo hizo).

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Los hombres que abusan de los niños y los separan de la ingenuidad.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Algo con las manos, trabajar la madera, como mi abuelo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Por temporadas.

¿Sabe cocinar? Sí. Cocino menos ahora, por horarios, pero sé hacerlo, y no lo hago mal. He aprendido mucho desde los tiempos de estudiante, en que para hacer leche frita, puse aceite en la sartén y luego añadí la leche.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Serían dos: Hellen Keller y Ann Sullivan. La relación tan intensa entre la maestra que busca que la hiña Hellen, sordo-ciega, logre comunicarse con el mundo, enseñarle un lenguaje de sordos táctil, con los dedos en los suyos, me parece asombroso. Todavía me conmueve el sólo leer el título del artículo que, años después de esa proeza, publicó Hellen Keller: “Elogio de las manos”.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? “Educación”. Con ella dotamos de palabras a la esperanza.

¿Y la más peligrosa? “Esperanza” en manos de un demagogo. No en vano los griegos la consideraban un mal que convivía con los demás en la caja de Pandora, porque puede ser un engaño.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la libertad, en la búsqueda de la justicia, en que las leyes se acerquen cada vez más a esa justicia, en el amparo social de los que lo necesitan y en la capacidad y voluntad del Estado de ayudar a los ciudadanos para desarrollarse personalmente (educación) y socialmente (educación).

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Pianista de Jazz.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy demasiado confiado.

¿Y sus virtudes? No sé. Creo que la franqueza.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No sé cuál es el esquema clásico. Supongo que querría, o respirar ya, o morirme ya.

T. M.

lunes, 13 de mayo de 2024

Club de Lectura sobre "La transformación", de Franz Kafka, mañana en la librería Nollegiu del Clot o vía Zoom

                     

Martes, 14 de mayo, 18:30h

¿Qué es más despreciable, un humano convertido en un asqueroso insecto gigante o el comportamiento insolidario de su familia? Hablamos de La transformación, 1915, de Franz Kafka.

domingo, 12 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a Julio Llorente

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Julio Llorente.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Cualquiera en el que estuviese María.

¿Prefiere los animales a la gente? Sólo la gente puede hacerse esta pregunta.

¿Es usted cruel? Tengo muy claro que no debo serlo. Intento no serlo. Pero, como todo hijo de vecino, desciendo de Adán y peco en consecuencia. Siempre existe una desproporción entre lo que debemos hacer y lo que, de hecho, hacemos.

¿Tiene muchos amigos? Más de los que merezco.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Supongo que la nobleza de espíritu. Aunque recuerdo ahora los versos de Mesanza: «Si tuvieras al justo de enemigo, / sería la justicia mi enemiga»…

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Pla ideó una teoría, la de la propina, que es un gran antídoto contra la decepción. Consiste en esperar lo malo y no lo bueno, la desgracia y no el prodigio, la traición y no la lealtad. Si finalmente lo que ocurre es lo bueno, nos embriagará una doble alegría porque habrá ocurrido lo bueno y también lo inesperado. ¡Propina! Si, en cambio, lo que adviene es la desgracia, no pasa nada: los acontecimientos sólo están siguiendo su curso lógico.

¿Es usted una persona sincera? Si respondiese que no, este cuestionario devendría estéril. Por lo tanto, respondo que sí y le lanzo un guiño al lector.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En general, prefiero no ocuparlo demasiado y que siga siendo libre. Si no, María, amigos, lectura y fútbol, por ese orden.

¿Qué le da más miedo? Perder la felicidad de la que ahora gozo. «Pues en el mismo templo del Placer, con su velo tiene su soberano numen Melancolía», que diría Keats.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Los escandalizadores. Si lo único que te mueve ―como artista, como filósofo, como hombre― es provocar escándalo, mejor quédate quieto.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Cultivar un huerto es una buena manera de cultivar la propia alma.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Juego mucho al fútbol, lo cual en mi caso es casi un deber de piedad.

¿Sabe cocinar? Junto ingredientes con poca gracia y menos acierto… Podría sobrevivir con mi cocina, pero vivir, lo que se dice vivir…

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Chesterton, sin duda.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Es un nombre propio. Cristo.

¿Y la más peligrosa? Poder.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? ¿Debo ser sincero…?

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mis amigos más liberales «en lo económico» me acusan de socialista, aunque soy distributista. Mis amigos más más liberales «en lo social» me acusan de reaccionario, aunque apenas soy un conservador (no de lo reciente, sino de lo de siempre). A mí me parece que basta con decir que soy católico. Lo demás se da por añadidura.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Jardinero.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy perezoso y tengo mi punto irascible. Quizá lo peor sea la vanidad, la mendicante vanidad…

¿Y sus virtudes? La virtud no puede ser jactanciosa.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me imagino un gran banquete, con vino y risas.

T. M.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Publicación de "Mecanismos gélidos: literatura, arte, historia y viajes italianos" (editorial Alfar)

                     

Se publica en la editorial Alfar, donde tuve la oportunidad de que viera la luz mi libro El realismo ficticio. Con lecturas de narradores españoles e hispanoamericanos (2021), Mecanismos gélidos. Literatura, arte, historia y viajes italianos, del que reproduzco su texto de contracubierta:

Clásicos fundacionales de la literatura europea como Dante y Petrarca, y figuras de continua actualidad y fama infinita como Leonardo da Vinci o Casanova, cobran una palpitante presencia en esta reunión de artículos de literatura italiana que alcanza el siglo XXI. En ella se abordan los suicidios de Pavese y Salgari y se camina por las tres ciudades más visitadas del país: Venecia, Roma y Florencia, más la Trieste de Svevo y Magris. Además, se asoma la vida isleña siciliana y el viejo aserto de Lampedusa, más la inevitable mafia y las ramificaciones italianas en Nueva York. Y no faltarán las miradas de maestros en el arte de leer como Italo Calvino o Roberto Calasso, más la política fascista en torno a Mussolini y su relación con la literatura o con los estragos humanos que sufrieron autores como Primo Levi.

(Por otra parte, me ocupo también de Giacomo Leopardi, Ippolito Nievo, Gabriele D’Annunzio, Italo Svevo, Luigi Pirandello, Dino Buzzati, Natalia Ginzburg, Antonio Tabucchi, Stefano Malatesta, Nicola Pugliese, Giorgio Vasta, Mario Praz, Filippo Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte, más autores foráneos con mirada italiana: John Ruskin, Donna Leon y Richard Stern.)

ISBN: 978-84-7898-995-9 D.L: SE 1052-2024 PVP: 16,90 € 155x220 mm Rústica con solapas 119 páginas Colección: Alfar Universidad 

martes, 7 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a José Membrive

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Membrive.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casa en un bosque.

¿Prefiere los animales a la gente? En general, sí, prefiero a los animales.

¿Es usted cruel? No, en absoluto.

¿Tiene muchos amigos? No, sí muchos conocidos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Transparencia.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque tampoco suelo proyectar muchas expectativas.

¿Es usted una persona sincera? Cuando escribo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tranquilo, escribiendo, meditando.

¿Qué le da más miedo? La incertidumbre.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La forma mafiosa de gobernar el mundo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Tal vez agricultor.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, el paseo-meditación.

¿Sabe cocinar? Lo justo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Tal vez a Jesús de Nazaret.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Luz.

¿Y la más peligrosa? Dolor.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que abogan por la rehumanización de las personas y del mundo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Astronauta.

¿Cuáles son sus vicios principales? La soledad.

¿Y sus virtudes? La soledad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Como siempre me gusta ver el lado positivo, percibiré, que al menos, no pasaré sed en la transición.

T. M.

lunes, 6 de mayo de 2024

Un artículo viajero sobre Londres en "El País"

Ayer se publicó en El Viajero, del periódico El País, mi artículo "Ruta por el Londres más extravagante: de un museo con calaveras en un bar a la hora del té más lujosa". Está nutridamente ilustrado, como se verá, pero aquí dejo varias imágenes mías, de dentro o vistas desde el hotel Marriott que tuve el inmenso placer de conocer.


domingo, 5 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a Peru Cámara

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Peru Cámara.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Narnia, pero con mi familia dentro.

¿Prefiere los animales a la gente? Rotundamente no.

¿Es usted cruel? Creo que no. Espero.

¿Tiene muchos amigos? Cada vez menos, cada vez mejores.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? ¿Qué me quieran un poquito? ¿Lealtad? ¿Qué se acuerden de mí?

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si lo hacen, está bien, no pasa nada.

¿Es usted una persona sincera? Con los que me importan, sí.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Ver, leer, deporte, birras, música, amigos, familia… y no por ese orden.

¿Qué le da más miedo? Tener miedo. La ansiedad que produce la anticipación ante la incertidumbre.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La más que generalizada falta de asunción de responsabilidades.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Profe.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Echo mucho de menos el boxeo: era malísimo, pero me lo pasaba pipa.

¿Sabe cocinar? Bastante bien.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A la mia mamma.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Joder.

¿Y la más peligrosa? Money.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Noooooo… espera, bueno, mmm… estoooo…

¿Cuáles son sus tendencias políticas? La política me interesa mucho: leo, escucho, me informo… pero me niego a hablar de ello en público. Hemos eliminado cualquier posibilidad de debate político constructivo. Ya no existen los grises, ahora solo vale pisarle el cuello al que no piensa como tú. Paso.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Algo en movimiento y con diferentes usos.

¿Cuáles son sus vicios principales? Los besos con sabor a café y la cerveza.

¿Y sus virtudes? Creo que soy buena persona y tengo una imaginación desbordante.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Coge fotogramas de películas de Eloy de la Iglesia + Fernando León de Aranoa + Danny Boyle + Larry Clark + Michael Bay + Almódovar + David Fincher + Hayao Miyazaki, batir bien y a ver qué sale.     

T. M.

sábado, 4 de mayo de 2024

Reseña de "La letra herida" en "Ideal"

             

El pasado 20 de abril, el periódico granadino Ideal publicó una serie de recomendaciones literarias. Juan Peregrina Martín dedicó un espacio, por medio de un texto impresionante, titulado "El amor por la literatura", a La letra herida. Autores suicidas, toxicómanos y dementes. Simplemente, no tengo palabras para agradecerle su exquisita atención y tamaños comentarios sobre mi obra.

viernes, 3 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a Adolfo Crespo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Adolfo Crespo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Rilke decía que en la infancia está todo. Yo viviría en la casa de la sierra de Aracena de la familia de mi madre, cuando tenía alrededor de diez años. Las campanas del Ángelus sonando en el convento de al lado, la familia desperdigada por las habitaciones, la candela con castañas, y mi tío Pepe hablando de Cervantes, Manuel Machado, o Juan Ramón.

¿Prefiere los animales a la gente? Mi animal preferido es el humano, pero supongo que estoy sesgado.

¿Es usted cruel? No más de lo necesario con el mundo, por supervivencia, como la naturaleza. Pero sí conmigo mismo.

¿Tiene muchos amigos? Conozco a mucha gente, pero amigos tengo cada día menos, y son los de siempre.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Una amistad, al igual que una relación de pareja, se fundamenta en el respeto y la admiración. Aquello que se admira es diferente en cada amigo. Ser querido y respetado por alguien a quien se admira, cuando este conoce nuestras bondades y miserias, fundamenta una amistad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Al contrario, los admiro profundamente.

¿Es usted una persona sincera? Sí, más por incapacidad de ocultar o por sentido de justicia, que por vocación de verdad en muchos casos.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? El tiempo libre es mentira. La vocación y la dedicación no tienen vacaciones, si acaso, es necesario descansar, pero eso es necesidad.

¿Qué le da más miedo? Dejar de leer, perder la vocación, no tener criterio, volverme completamente loco…

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La falta de bondad, el desprecio a la naturaleza, el hombre imponiendo su voluntad a la realidad.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente sería ingeniero.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hago ejercicio y juego al tenis cuando puedo. Lo primero por necesidad, lo segundo por elección.

¿Sabe cocinar? Cuando uno vive tantos años solo aprende, por no ser rehén de los precocinados, luego pasa a ser un refugio y un placer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Luis Rosales.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Encarnación.

¿Y la más peligrosa? Libertad.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A algún insecto, pero en defensa propia.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la democracia de los muertos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Realmente no sabemos qué es ser otra cosa, así que el cambio podría ser a peor. Pero elijo a cualquier hombre naturalmente paciente.

¿Cuáles son sus vicios principales?  Ya dijo Cervantes que casi todos los que escriben pecan de vanidad: «no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo». Acercarse a una página en blanco y creer que las ideas, emociones, o desvelos de uno merecen ser contados, implica en mayor o menor medida vanidad, pero debe ser necesidad.

¿Y sus virtudes? La constancia y la exigencia.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Que DiCaprio cabía en el trozo de madera en el que sobrevive Kate Winslet en Titanic, y que yo no tengo ese trozo, morir ahogado es de ser poco previsor.

T. M.