jueves, 17 de abril de 2014

Entrevista capotiana a Juan Luis Calbarro

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Luis Calbarro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa, con mi familia, mis libros y una conexión a Internet.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Adoro los animales y aborrezco a los que son crueles con ellos sin motivo, pero los animales no pueden darnos nada de lo que incluso Jorge Javier Vázquez podría darnos... El animalismo es una forma de superstición.
¿Es usted cruel?
No. A veces tiene uno impulsos, pero solo cuando se lo han merecido mucho… La crueldad no es algo que salga de mí naturalmente.
¿Tiene muchos amigos?
Los justos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Inteligencia, discreción, respeto, sentido del humor, dominio del lenguaje.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La decepción es también, un poco, culpa nuestra: solo pueden decepcionarte aquellos en quienes has invertido expectativas excesivas. Alguna vez me ha pasado. Más que decepcionarme, la traición me asombra.
¿Es usted una persona sincera? 
Creo que sí, aunque si dijera lo contrario incurriría en paradoja: esta es una pregunta sin utilidad.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, escribiendo, visitando ruinas.
¿Qué le da más miedo?
El dolor, la humillación, la muerte: todo lo que nos aparta de la condición humana.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La desvergonzada deshonestidad vigente en la administración de lo público. Y no me refiero solo a la corrupción.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Esto no lo decidí yo, pero digamos que si no supiera o pudiera escribir creo que me gustaría ejercer alguna actividad manual. Ser jardinero, carpintero o escultor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ninguno. Cuando aprobé tercero de BUP, acabó mi relación con el deporte. Hay que recordar que en COU ya no había Educación Física.
¿Sabe cocinar?
Sí, pero sin florituras. Hago unos guisotes razonables.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Alguna de las personas que he admirado por motivos muy diversos: mi abuelo materno, Agustín Morales Rayo, a quien no conocí; Nelson Mandela; el poeta Julio Vélez; César Vallejo; Adolfo Suárez; Borges...
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad.
¿Y la más peligrosa?
Libertad. Que le pregunten a Víktor Yanukóvich.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un liberal progresista que milita en UPyD. Me parece la única alternativa a la casta política que está arruinando las libertades en España.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Inmortal.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El único vicio caro que tengo son los libros; y me estoy quitando... Si la pregunta se refiere a defectos, soy desordenado, algo inconstante y un poco egoísta.
¿Y sus virtudes?
No sé si es un defecto o una virtud, pero soy ciegamente racional. Soy minucioso y perfeccionista. Creo que sé escuchar. Y sé reconocer que soy un poco egoísta, que no es moco de pavo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sin duda: los rostros de mis hijos, y después los de mis padres.

T. M.